Autolimitaciones en la fotografía callejera
El mercado pletórico capitalista nos abruma con opciones de consumo. Lo llamamos mercado “pletórico” en el sentido de abundancia de todo y para todos. Las empresas que lo alimentan gastan ingentes cantidades de dinero en campañas publicitarias para convencernos de que nuestra vida será mejor si compramos sus productos. El sector de la fotografía no solo no es una excepción en este estado de cosas, sino que el nivel de constante actualización y producción de equipos y accesorios fotográficos nos posiciona en la élite de los grupos afectados por el GAS, acrónimo de Gear Acquisition Syndrome (Síndrome de Adquisición de Equipamiento).
Esta es una de las facetas de lo que para mí es una autolimitación necesaria, es decir, aquella que tiene que ver con el equipamiento fotográfico. Con las herramientas físicas para la captación de imágenes. En 2016 tomé la decisión de pasarme a Fujifilm y vender mis 3 cámaras Nikon y una maleta entera de objetivos de focales y características variadas. Decidí entonces limitarme a recorrer las calles con la Fujifilm X-T2 y el Fujifilm FUJINON XF16mmF1.4 R WR. He ido actualizando esta combinación siempre de forma limitada y con el objetivo concreto de reducir tamaño y peso. Por ejemplo, a pesar de mi amor por el Fujifilm FUJINON XF16mmF1.4 R WR, cuando salió el Fujifilm FUJINON XF 16 mm F2.8 R WR me hice con uno y desde entonces rara vez lo despego de mi cámara. Mucho más pequeño y ligero, sin embargo, mantiene un nivel de calidad óptica muy similar a su predecesor. Este cambio de actitud y estrategia tiene efectos beneficiosos tanto a nivel de reducción de ansiedad como de alivio de la economía familiar.
La otra vertiente de lo que considero autolimitaciones necesarias tiene que ver con la parte no ya de captación de la imagen, sino de su procesado. Un ejemplo clásico seria el de elegir entre blanco y negro o color. Joel Meyerowitz cuenta que la primera vez que fue a comprar un carrete de película para su cámara la persona al otro lado del mostrador le preguntó: “¿En blanco y negro o en color?”. Joel no había pensado en ello y acabó decantándose por el color porque “el mundo es de colores”. Una decisión que sin duda tuvo un impacto profundo en su trabajo posterior. Otros fotógrafos, incluso en el mundo de la fotografía digital, optan exclusivamente por el blanco y negro. Por ejemplo, a través de la, no precisamente barata, Leica Monochrom. Yo no he conseguido decantarme totalmente por ninguna de las dos opciones. Aunque mi preferencia es sin duda por la fotografía en blanco y negro, hay imágenes que cuando pierden el color pierden parte de su significado, de su “alma”.
Sin embargo, tras años de trabajo procesando imágenes uno va concentrándose en opciones que conducen a resultados que concuerdan mejor con su visión y estilo personales. Es un proceso lento que inevitablemente incluye la necesidad de autolimitarse y no dejarse llevar por el tsunami de opciones que la fotografía digital ofrece. En este sentido, incluso existe últimamente cierta tendencia entre muchos fotógrafos callejeros de volver a lo fotografía analógica. Lo entiendo perfectamente, pero para mi ese tren pasó en los años 80 y no tengo intención de correr tras él.
La fotografía callejera requiere rapidez y reflejos, así que una autolimitación que si me impuse fue la del formato y orientación de la fotografía. Me atrae mucho más el encuadre vertical y decidí utilizarlo en exclusiva junto con la relación de aspecto 2:3. Esto me ayuda a concéntrame y no perder el tiempo en pruebas innecesarias. No me causa mayor problema el hecho de que la mayoría de los fotógrafos callejeros utilicen el encuadre horizontal, pero si me reconfortó un poquito ver a Saul Leiter en el documental “In No Great Hurry: 13 Lessons in Life with Saul Leiter” utilizar siempre con su cámara la orientación vertical. Me sentí un poco menos solo. Y, además, ¡qué gran compañero!